Por quinto día nos despertamos en el mismo hotel de Tokyo, el Sotetsu Fresa Inn Kanda Otemachi. Hoy hacemos nuestra segunda excursión para todo el día desde allí. Nos vamos a Kamakura, una ciudad turística en la costa de Japón.
Como hemos hecho hasta ahora, primero desayunamos en el mismo hotel.
Desayuno: Sotetsu Fresa Inn Kanda Otemachi
El desayuno en el hotel es muy sencillo y tiene lo típico japonés: arroz al vapor, sopa de miso, fideos al estilo yakisoba, un poco de ensalada y una sección de cafetería para hacer cafés.
Posiblemente, fuera el desayuno más básico que encontramos en todo el viaje, pero fue aceptable.
Y, al igual que ayer, como nuestro tren sale desde la estación de Tokyo, vamos andando hacia dicha estación. Hoy, ya tenemos más práctica, así que vamos algo más tranquilos. Además, hoy el tren que tenemos que coger, es un tren local, y no un shinkansen, así que no tenemos que reservar asientos.
Seguimos las señales de la Yokosuka Line dirección Zushi, y nos subimos al primer tren que pasa. La estación principal de Kamakura es Kamakura Station, pero como nuestra primera parada es el templo Engaku-ji, nos bajamos en la parada anterior, Kita-Kamakura Station.
Kamakura
Llegamos a la estación de Kita-Kamakura a las 10:20. Esta estación es muy pequeñita y está en una zona residencial de casas en Kamakura. Solo tiene un andén y una pequeña salida hacia una estrecha calle. La estación no tiene tornos para salir, y un trabajador controla los billetes de todas las personas que salen de ella.
Saliendo de la estación, y a muy pocos metros, ya se encuentra la entrada al templo Engaku-ji.
Este templo es uno de los principales templos zen de Japón, fundado el año 1282 poco después de la invasión mongola. Destaca por estar envuelto de bosques y montañas y por su arquitectura tradicional, que incluye edificios como Sanmon (la puerta principal) y Butsuden (la sala del Buda). También se conservan importantes tesoros culturales, como una campana de bronze considerada Patrimonio Nacional.
La entrada vale 300 yenes.
Es un templo muy diferente a los que habíamos visto hasta ahora, ya que este es mucho más tradicional. También es mucho menos turístico, así que, dentro nos encontramos con muy poca gente.

En algunas de las zonas de este templo nos piden que hagamos completo silencio al pasar, ya que en ese momento se están realizando ceremonias de meditación y, podemos pasar a mirar, pero no podemos hablar para no distraer.

Dentro del mismo recinto hay varios cementerios públicos, donde hay enterradas personas con vinculaciones con el templo. Estando de visita presenciamos varias ofrendas florales, pero recomendamos tener cuidado de no acceder a estas zonas, aunque a veces no estén marcadas, ya que a nosotros nos llamaron la atención por estar allí.

Cerca de la salida del templo están las escaleras hacia la campana de bronze, también conocida como Ogane. Esta campana es una de las más grandes e importantes de Japón, forjada el año 1301, durante el periodo Kamakura, que se considera Patrimonio Nacional pero su gran calidad artística, su antigüedad y su valor histórico. Se hace sonar en ocasiones especiales y simboliza la liberación de las ilusiones y la elevación del espíritu.
Volviendo a bajar hacia la entrada, tenemos nuestra dosis de aracnofobia, en el momento en el que nos damos cuenta de que tenemos que pasar por debajo de varias arañas Joroō que cuelgan de sus telarañas y que no habíamos visto en el momento de subir. Al parecer, estas arañas suelen ser inofensivas, pero nos impacta verlas por primera vez, ya que son grandes y podrían tener barra de vida, perfectamente.
Saliendo del templo, aproximadamente sobre las 12:00, damos un pequeño paseo para contemplar la zona residencial que envuelve el templo.
Nuestros siguientes destinos son el Gran Buda el el templo de Kamakura Hase-dera. Pero antes, iremos a comer a un restaurante que nos han recomendado, que está por esa zona.
Nos volvemos a subir al tren para ir de Kita-Kamakura a Kamakura (sí, los nombres de las estaciones se parecen).
Allí tomamos la Enoden Line, que es un bonito tranvía que pasa entre las casitas de Kamakura. En algunas guías se nos recomienda tomar este tranvía, sobre todo por la zona de la costa, pero la realidad es que vamos dentro como una lata de sardinas y la experiencia no es del todo agradable. Bajamos a la Hase Station, y vamos andando hasta nuestro restaurante.
Comida: Sometaro
Restaurante tradicional japonés en el que nos sentamos en una mesa típica, en el suelo, sobre un cojín. La mesa tiene una plancha para que nos hagamos la comida nosotros mismos.
En restaurante está especializado en noodles y okonomiyakis. En nuestro caso nos pedimos un Gomoku Yakisoba (yakisoba con un mix de varias carnes, verduras y gambas) y un Okonomiyaki de pollo. Lo acompañamos con dos vasitos de sake.
El restaurante es pequeño y los dueños son muy amables, nos explican cómo nos tenemos que hacer la comida en la plancha, y nos aplauden una vez lo conseguimos.
Puedo decir que el de aquí, es el mejor yakisoba que me habré comido en mi vida. Lo mismo con el okonomiyaki.
Precio total: 3100 yenes, contando que los dos vasos de sake suben 1200 yenes el precio. (aproximadamente, un total de 18€)
Cada vez pensamos más que en España nos timan con los precios de estos platos.



Nuestra siguiente parada es el templo Kotoku-in para ir a ver la estatua del Gran Buda de Kamakura. El camino es agradable, con pequeñas tiendas y restaurantes.
Pasamos por delante de una tienda de dulces llamada Takeya que nos llama mucho la atención, ya que los dulces que tienen expuestos tienen muy buena pinta, así que, como no habíamos comido ningún postre durante la comida, nos sentaremos en uno de los taburetes de esta tienda mientras nos tomamos unos Warabimochi (dulce de gelatina hecho con almidón de helecho) y un Mame Daifuku (parecido a un mochi, relleno de anko), acompañados de un vasito de matcha.
Algo que nos gusta de los dulces en Japón, es que no llevan necesariamente tanto azúcar como estamos acostumbrados. En la cultura japonesa prefieren mantener un equilibrio entre todos los sabores, en vez de acentuar tanto el sabor dulce, como estamos acostumbrados en Occidente. Y la verdad, es que tienen razón, ya que los mochis que compramos por España son puro azúcar y el sabor ni se parece a los de Japón.


Ahora sí, vamos hacia Kotoku-in, que está muy cerca y nos echamos unas cuantas fotos con el Gran Buda. El templo es muy turístico y hay mucha gente intentando hacerse fotos, por lo que cuesta un poco hacerse una que quede bien. El precio de entrada son 300 yenes.
La estatua de bronze, conocida como Daibutsu, mide 11 metros de altura y fue construida en el siglo XIII. Inicialmente estaba dentro de un pabellón que fue destruido por tormentas y tsunamis dejando la figura al aire libre, tal y como la podemos observar hoy.
Volvemos por la calle que hemos venido, dirigiéndonos a la otra atracción turística principal: el templo Hase-dera. La entrada son 400 yenes.
Se trata de un templo budista situado en una colina con bonitas vistas hacia el mar y la ciudad de Kamakura. Dentro del recinto podemos encontrar varios jardines y estanques, y una cueva dedicada a Bentzaiten (diosa japonesa asocidada con la buena fortuna, la música, las artes y la sabiduría). También hay varias zonas con muchísimas estatuas Jizo adornando el templo, colocadas por los padres de los niños que fallecieron al nacer. Dentro de la sala principal podemos encontrar, tallada en madera, la estatua de Kannon, la diosa de la compasión.
En la parte superior del templo, hay un mirador donde se podrán obtener unas muy buenas vistas de la playa y de Kamakura.

Dentro del templo vemos un puestecito donde venden dangos, el típico dulce japonés que vemos en los animes, hecho de varias bolitas de arroz con azúcar en un pincho. Personalmente, este dulce no nos encantó, ya que tenía un sabor muy fuerte a arroz y salsa de soja, y se nos hizo un sabor algo raro, muy dulce y salado a la vez.

En la guía que nos montamos, teníamos apuntados para visitar otros templos como Kencho-ji o Tsurugaoka Hachimangu, pero creo que ya hemos visto suficientes templos por hoy, y queremos pasear un poco por la playa de Kamakura.
Así, saliendo del templo y bajando de la colina, nos vamos a la playa de Kamakura y nos quitamos los zapatos para caminar por la orilla.

Estamos en septiembre y todavía hace calor. En la playa hay gente local bañándose y haciendo surf. No es una playa que esté masificada. Sobre todo, encontramos grupos de jóvenes y familias, disfrutando de la playa.
Una cosa que nos sorprende, es que somos prácticamente los únicos que caminamos por la arena con los pies descalzos. Inicialmente, nos preguntamos si podría haber algún tipo de animal o planta en las playas japonesas que nos pudiera hacer daño, pero leyendo un poco, descubrimos que era algo totalmente cultural, y es que para los japoneses, mostrar el cuerpo en público (incluyendo los pies), no está bien visto.
Después de este agradable paseo por la playa, decidimos ir andando de vuelta hasta la estación de Kamakura, y de allí, cogemos nuestro tren de vuelta a Tokyo.
Vuelta a Tokyo
Volvemos a Tokyo para dar un último paseo por las calles de Kanda y poder ver su ambiente nocturno.
Por allí se encuentra Kikanbo, el restaurante de ramen en el que vamos a cenar, ya que nos lo recomendaron. Cuando llegamos hay mucha cola, así que tendremos que tener paciencia.
Cena: Kikanbo
Se trata de un conocido restaurante de ramen, en el que probamos el ramen que más nos ha gustado de todo el viaje.
Hay una cola muy larga, aún llegando a las 19:00, esperamos aproximadamente una hora y media para poder entrar.
El restaurante es pequeño, ya que solo es una barra con taburetes con la cocina donde te preparan el ramen en el medio.
Hay que tener en cuenta, que es importante pedir el ramen en la máquina antes de hacer la cola, ya que mientras estás en la cola te piden los tickets y si no los tienes, tendrás que ir a la maquina a comprarlos. Luego en la cola te preguntan qué nivel de picante quieres.
Nosotros nos pedimos dos ramen con huevo, uno de ellos sin picante, y el otro con nivel 3. He de decir, que soy muy amante del picante, le echo picante a todo, y con ese nivel salí echando fuego por la boca.
Precio: 2460 yenes en total (unos 14€, los dos, aproximadamente)

Después de cenar, volvemos a nuestro hotel, a hacer las maletas, ya que mañana nos vamos a Osaka. Y a descansar un poco.