Hoy nos levantamos temprano, ya que nuestra intención es ir a la Isla Miyajima y a Hiroshima. El plan es un poco apretado, ya que hay muchas cosas por ver, así que vamos a ver si nos da tiempo a todo. He de decir que el plan inicialmente nos parece una locura, ya que Hiroshima está lejísimos, y puede ser una paliza hacer un viaje de ida y vuelta.

También hay que tener en cuenta algo muy importante. Hemos escogido el orden de visitar primero la Isla Miyajima y luego Hiroshima, porque la hora de pleamar es a las 11:30. Es importante comprobar el calendario de mareas antes de ir, ya que eso nos permitirá decidir a qué hora es mejor ir a la isla, dependiendo de si queremos ir a ver el tori y el templo con agua, o si lo queremos ver en forma de playa y pasar bajo él. En nuestro caso, decidimos verlo con agua, ya que nos pareció más bonito. Para facilitar la búsqueda, compartimos el link a la página donde lo miramos nosotros, ya que se puede seleccionar el mes que queremos ver.

Nos ponemos rumbo a la estación de Kyoto. Antes de llegar, vemos una pastelería que nos llama mucho la atención, así que compraremos algo allí para desayunar.

Desayuno: Boulangerie Rauk

Entramos en esta pastelería que estaba de paso. Allí hay gran cantidad de pastas y bollitos, tanto dulces como salados, recién hechos. La verdad es que huele muy bien y hace muy buena pinta.

Allí compramos dos bollitos, algo parecido a una pizza de jamón y queso, y nos los comemos de camino a la estación.

A las 7:30 ya estamos en la estación de Kyoto, esperando nuestro shinkansen. Hoy ocurre el mismo rollo de ayer, que como tenemos el Japan Rail Pass, no se nos incluye el tren Nozomi que va directo y tenemos que hacer transbordo en Osaka. El viaje en shinkansen hasta Hiroshima dura casi dos horas, teniendo en cuenta en transbordo.

Una vez en la estación de Hiroshima, nos cambiamos de andén para coger el tren local de la Sanyo Line hasta Miyajimaguchi Station. Aunque esté cerca, es más o menos otra media hora de camino.

Finalmente allí, caminamos hacia la terminal de ferry. Aquí, hay dos empresas que operan el ferry hacia la isla. Hay que tener en cuenta que si tienes el Japan Rail Pass, hay que coger el ferry operado por JR, ya que el viaje está incluido en el pase, exceptuando una pequeña tasa turística de acceso a la isla (100 yenes por persona) que nos van a cobrar en la entrada cuando enseñamos el ticket. No es difícil saber a qué ferry ir, ya que son dos terminales diferentes y está todo muy bien indicado.

El trayecto en ferry dura unos 10 minutos más, y por el lado de estribor, se puede ver el famoso tori de la isla de Miyajima, a lo lejos. El mar está muy tranquilo, así que es un viaje agradable. Eso sí, el tiempo de hoy no nos acompaña mucho, ya que está nublado y a ratos caen gotas.

Finalmente, llegamos a la terminal de ferry de la isla un poquito antes de las 11:00, así que ya podemos empezar con nuestra visita.

Tori de Miyajima desde el ferry

Esta isla, al igual que Nara, también está llena de ciervos que les gusta perseguir a la gente y pedirles comida. Uno de ellos, nos quería robar la mochila, suerte que nos hemos dado cuenta.

Vamos bordeando la costa de camino al santuario de Itsukushima, donde se encuentra el famoso tori. Si os queréis hacer una foto frente al tori, recomiendo hacerla desde el paseo, ya que desde dentro del santuario, que es el sitio típico, hay una cola larguísima para hacerse la foto (y tampoco es que cambie tanto la vista).

Después de hacernos la foto a nosotros y al ciervo, vamos a la entrada del santuario de Itsukushima. La entrada son 300 yenes (o 500 yenes si lo queremos combinar con la entrada a la sala del tesoro).

Se trata de un santuario sintoísta, famoso porque su estructura está construida sobre el agua. Si la marea está alta, parece que esté flotando sobre el mar. Se fundó en el siglo VI, y está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Desde una de las plataformas se puede tomar la famosa foto hacia el tori. Hay una cola enorme para hacerse la foto, y la gente se recrea demasiado. Decidimos que estamos contentos con la foto que nos hemos hecho desde el paseo y nos vamos.

Desde allí subimos hasta el Salón Sensojaku, por la calle trasera. La entrada son 100 yenes y consiste en una gran sala de madera, encima de una pequeña colina al lado del santuario de Itsukushima. También se le conoce como la sala de los mil tatamis, porque su superficie equivale a la de mil tatamis. El edificio nunca se llegó a terminar, y le faltan algunas partes como la entrada principal y otras decoraciones que se habían planeado. Justo al lado, está la pagoda de cinco pisos de Gojūnotō.

A partir de este punto empieza a llover, así que nos tocará sacar el paraguas para seguir visitando la isla.

Caminamos a lo largo de la calle hasta llegar a la entrada de Daishoin, en el pie del monte Misen, donde nos tocará subir unas largas escaleras hasta llegar al templo, posiblemente el más importante de Miyajima.

A lo largo de las escaleras encontramos una serie de ruedas de sutra. Consisten en unas ruedas cilíndricas de metal que contienen mantras grabados en su superfície. Según la tradición, hacerlas girar equivale a recitar estos mantras y acumular sus bendiciones, aún sin conocer los textos que contienen. De este modo, podemos subir las escaleras siguiendo el ritual.

Arriba podemos encontrar varias salas y pabellones que forman parte del complejo. También, justo al lado de las escaleras, hay un pequeño sendero repleto de estatuas Jizo, que se pueden contemplar mientras se pasea por este agradable caminito repleto de vegetación.

Desde aquí, nos iremos caminando al parque Momijidani. Considerado uno de los espacios más bonitos de la isla, sobre todo en otoño, donde se pueden observar los colores de esta estación. En nuestro caso, estamos en octubre, pero todavía no ha llegado el tiempo otoñal, así que los árboles todavía están verdes, aunque aún así, el parque es precioso. El parque está compuesto por más de 700 arces, y tiene pequeños riachuelos y caminos muy agradables para pasear.

Cerca del parque está la entrada para subir al teleférico que lleva al observatorio Shishiiwa. Nos hubiese gustado mucho subir, pero en esta ocasión lo tendremos que recortar, ya que de lo contrario no nos dará tiempo a visitar Hiroshima.

Después de visitar el parque, buscaremos sitio para comer en la isla. Por las calles de Miyajimacho hay muchos restaurantes, así que no nos costará mucho encontrar dónde comer. Lo que más vemos es el plato más típico de la isla, las ostras fritas rebozadas. Las suelen ofrecer como comida callejera, en forma de brocheta, en varios restaurantes.

Aperitivo: Miyajima Oyster Fried Skewers

Decidimos probar el plato típico de la isla, y pedimos una brocheta de ostras para compartir. Siendo sinceros, no nos han encantado, ya que tienen demasiado sabor a rebozado y a frito, y casi que no se encuentra el sabor de la ostra. Lo hemos probado para cumplir con la tradición, pero sin más. Además, teniendo en cuenta que son ostras, no son baratas, para la cantidad que te ponen.

Precio: 1.000 yenes (aproximadamente 6€)

Comida: Inachu

Justo delante del puesto de ostras, entramos a este restaurante. Aquí rompemos un poco la norma con los platos típicos de la isla y nos pedimos dos menús: uno de pollo frito (con patatas, arroz y sopa dashi) y uno de arroz con curry, que todavía no lo habíamos probado estando en Japón.

La verdad es que son platos muy sencillos, pero están realmente buenos, en especial el arroz con curry.

El camarero que nos sirve es especialmente simpático con nosotros, indicándonos que le encantaría visitar pronto Barcelona y pidiéndonos que le recomendemos sitios para ver.

Precio: 2.600 yenes (aproximadamente 15€)

Después de comer volvemos a la terminal de ferry de JR. Hay bastante gente esperando al próximo ferry, y creemos que tendremos que hacer cola, pero realmente dentro del barco cabe mucha gente, así que en poco rato ya estamos dentro. Nos llama la atención en el ferry ver grupos de niños de unos 5 años viajando solos sin supervisión. Esto nos demuestra lo seguro que es este país, y lo confiada que puede llegar a ser la gente.

Entramos en la estación de tren y volvemos hacia Hiroshima con la Sanyo Line. En este caso nos viene más de paso bajar una parada antes que la de Hiroshima (Shin-Hakushima), y allí conectar con la línea de metro Astramline hasta Hondori.

Comenzamos la visita, justamente, por la calle Hondori, que es una calle comercial cubierta como las que ya hemos visto en otras ciudades de Japón.

Desde aquí, ya se puede contemplar lo rápido que se ha recuperado la ciudad después de la caída de la bomba atómica. Aparte de la zona conmemorativa, en la ciudad no hay ni rastro del desastre. Eso sí, tampoco es que sea una ciudad atractiva, para visitar.

Llegamos caminando hasta el Parque Conmemorativo de la Paz de Hiroshima, con la ayuda de una audioguía que nos hemos descargado del Play Store.

La primera imagen antes de llegar al parque es el Domo (cúpula de la bomba atómica). Este edificio, que todavía conserva parte de su estructura, fue el Pavellón de la Promoción Industrial de Hiroshima. La bomba cayó justo encima de este edificio el 6 de agosto de 1945, y se conserva tal y como quedó a causa de la explosión. Su objetivo es recordar la tragedia y dar esperanza de paz y desarmamiento nuclear a todo el mundo.

Cruzando el puente, entramos en el parque, donde se pueden encontrar varios monumentos dedicados a ciertos colectivos: un reloj dedicado a las víctimas, un monumento dedicado a los niños que murieron en la tragedia, el cenotafio para las víctimas, que tiene grabados los nombres de todas las víctimas conocidas, la campana de la paz, que pueden tocar los visitantes para invocar un mensaje de paz a la humanidad, la llama de la paz, que está activa desde 1964 y que no se apagará hasta que se elimine la última arma nuclear del mundo, entre otros pequeños monumentos que se pueden encontrar.

Monumento a los niños
Cenotafio
Llama de la paz

Al final del parque está el Museo Memorial de la Paz de Hiroshima. Nuestra intención era hacer una visita rápida, pero estar allí produce una sensación tan extraña, que creemos que no podemos dejar de visitar este museo. El precio de la entrada son 200 yenes y vale muchísimo la pena. Eso sí, hay que entrar con la mente fría, ya que hay ciertas imágenes y historias que pueden herir sensibilidades.

Dentro se pueden ver simulaciones del daño que hizo la bomba, fotos que fueron tomadas desde lejos del hongo atómico, y fotos de cerca de la tragedia. También hay una colección de objetos recuperados en la zona, cada uno con la historia de la persona que las poseía en ese momento.

Nos hubiese gustado tener más tiempo para visitar la ciudad, ya que hemos visto el museo más rápido de lo que querríamos, y nos hemos dejado algún monumento importante como el castillo de Hiroshima, pero la reserva de nuestro shinkansen de vuelta está cerca (a las 18:15) y no nos podemos arriesgar a perderlo. De hecho llegamos 5 minutos antes.

Tras un largo viaje de vuelta, nos volvemos a nuestro hotel el Kyoto. Ha sido un día cargadito, pero ha valido la pena. Como hemos dicho, ojalá haber tenido más tiempo para visitar ambos lugares.