Por la noche pasamos algo de fiebre a causa del mal de altura, aunque un paracetamol solucionó el problema. Hoy nos levantamos mucho mejor, pero no podemos bajar la guardia.

Hoy hacemos una excursión al Lago Titicaca, concretamente a las Islas flotantes de los Uros y la Isla Taquile. Pero antes desayunaremos en el hotel.

Desayuno

Como es costumbre, los desayunos en los hoteles de Perú son bastante básicos y no tienen una gran variedad para escoger. Desayunamos un poco de fruta y unas tostaditas, acompañadas con un mate de coca.

A las 7:30 nos esperan en la puerta del hotel para iniciar nuestra excursión. Nos llevan en furgoneta hasta el puerto de Puno.

En el puerto hay muchísimas lanchas turísticas. Tenemos que pasar varias por encima hasta llegar a la nuestra. La lancha, por dentro, es como un autobús donde caben unas 30 personas. Nos está esperando un músico que nos va a cantar una canción en aimara. En Perú se hablan tres idiomas: el español, el quechua y el aimara. Puno es el lugar fronterizo entre el quechua y el aimara, ya que hacia el norte se habla quechua, y hacia el sur se habla aimara.

En poco rato, la lancha nos lleva a las islas de los Uros, y concretamente paramos en una, donde nos recibe una familia que vive allí.

Los habitantes de las islas nos explican en lenguaje aimara (mientras el guía va traduciendo al español) como construyen esas islas. En las orillas del lago hay gran abundancia de una planta llamada totora (una especie de junco más grande). Ellos cortan con una sierra bloques de tierra donde se encuentran las raíces de estas plantas, y los llevan al sitio al que quieren construir su isla, poniendo más totora por encima haciendo de suelo. Luego, invitan a los habitantes de otras islas a jugar a fútbol y a volley, para ayudar a apisonar el suelo.

Usan la totora para absolutamente todo: para construir sus casas, herramientas, para comer, para curar la fiebre…

Demostración de cómo los Uros construyen sus islas flotantes
Casas de los Uros
Interior de las casas

La visita es interesante, porque nos permiten entrar en sus casas para ver como son, y nos dan una vuelta en una de sus barcas hacia otra de las islas.

Allí nos está esperando nuestra lancha, que nos llevará a la Isla Taquile. El viaje va a durar una hora y media, y tenemos la oportunidad de subir encima de la lancha para tomar el aire y contemplar las vistas.

Paramos en uno de los puertos de la isla, y tras una subida empinada de unos 100 metros de desnivel, llegamos a la Plaza de Armas.

La verdad es que, según nuestra opinión, Taquile no tiene mucho en especial. Es un lugar bonito de ver, pero creemos que no vale la pena estar una hora y media de viaje para llegar hasta allí.

En la plaza hay una tienda de artesanía y un grupo de personas haciendo bailes peruanos para los turistas, en los que podemos participar. También se pueden obtener unas vistas muy bonitas del Lago Titicaca.

Vistas del lago desde Taquile

En la misma isla vamos a comer a un restaurante.

Comida: Illary

El restaurante es familiar y muy pequeñito, y nos sientan a todo el grupo en unas mesas en la terraza.

El menú es cerrado y nos ponen de comer de primero sopa de quinoa acompañada con pan con rocoto, y de segundo trucha a la plancha con verduras.

Creemos que esta es la mejor parte de Taquile, ya que la cocinera de ese restaurante es excelente y nos ha hecho una comida buenísima, con una trucha súper fresca del lago.

La comida estaba incluida en el tour que contratamos.

Plato de trucha en Illary

Al terminar de comer, nos explican un poco sobre su cultura. Nos muestran las diferentes prendas que visten en la isla. Por ejemplo, tienen un gorro de lana de cada color para mostrar si están solteros o casados. También nos muestran como crean un jabón natural a partir de una planta que hay en la isla (chujo).

Para volver, bajamos por otro camino más llanito y vamos a otro de los puertos. Tenemos otra hora y media de viaje de vuelta hasta Puno.

Al llegar le indicamos al guia que nos gustaría quedarnos por la zona del puerto para pasear por el malecón, así que no subimos a la furgoneta que nos lleva al hotel. Estamos al atardecer y el malecón es muy bonito.

Malecón de Puno

Decidimos volver caminando hacia el hotel, que está a unos 20 minutos. Por el camino vemos un mercadillo local y lo exploramos. Allí, la comida nos da bastante mala espina, ya que venden la carne cruda al aire libre, sin ningún tipo de refrigeración, y con bastantes moscas posándose en ella.

Volvemos al hotel y descansamos un ratito en la habitación, ya que tenemos el late checkout hasta las 22:00.

Damos un paseo por la zona céntrica viendo la Plaza de Armas y la Catedral de Puno. Al lado, también está la Casa del Corregidor, cuya fachada es bonita, y seguimos caminando por el Jirón Arequipa, que es la calle más turística de la ciudad, en la que hay muchas tiendas y restaurantes.

Aquí, aprovechamos para cambiar 250€ a soles, ya que la tasa de cambio está muy bien. También compramos algo de cena para llevar y comer un poco más pronto.

Cena: comida para llevar

Lorena compra en Nizumi Sushi un maki roll de langostino con aguacate. La verdad es que no le sale muy bien, y está bastante malo, sobre todo por la clase de arroz, que no parece la de sushi.

Precio: s/. 31 (8€ aproximadamente)

Carles compra una burger de la casa en La Receta, justo en la Plaza de Armas. La verdad es que la hamburguesa, aunque la carne esté demasiado hecha, está buenísima con los ingredientes que lleva, incluyendo el queso andino.

Precio: s/. 19 (5€ aproximadamente)

Después de cenar, el hotel nos pide un taxi hacia la terminal de buses de Puno. Antes de entrar a la terminal, la zona es un poco «chunga» y hay varias personas que no dan muy buen aspecto.

La terminal es muy caótica. Parece un mercadillo de empresas de bus vendiendo billetes, todos vendiendo a gritos, mencionando las ciudades donde paran. Nosotros ya teníamos los billetes comprados para ir a Cusco, con la compañía Cruz del Sur. El mostrador de esta compañía parece algo más normal, y allí nos toman los datos y se quedan con nuestro equipaje para subirlo al bus. Nos hacen comprar un boleto de embarque aparte de s/. 1,80 a cada uno para poder acceder a los andenes.

Como hicimos la reserva con mucho tiempo, reservamos los asientos en el piso de abajo, que son más espaciosos y se reclinan más. Son muy cómodos y están diseñados para poder dormir durante todo el viaje. Al salir el bus, puntual, nos tomamos una biodramina y nos vamos a dormir.

Mapa resumen