Hoy es nuestro segundo día en Alsacia. Después de haber dedicado un día entero a ver la ciudad de Colmar, nuestro objetivo de hoy es visitar los pintorescos pueblos cercanos. La ruta que seguiremos será Eguisheim, Turckheim, Kaysersberg y Ribeauvillé. Es una ruta algo ambiciosa, ya que en todos los pueblos hay cosas interesantes por ver, y anochece muy pronto.
Antes de salir desayunaremos en el mismo hotel.
Desayuno: buffet en el hotel
El desayuno en el hotel es de tipo buffet. La comida es de tipo continental y hay una variedad aceptable, aunque tampoco está para echar cohetes. La sala para comer es pequeña y a veces hay que hacer cola para comer, porque no cabe la gente.
Ayer aparcamos el coche en el Parking Manufacture, un parking gratuito que está cerca del hotel. Al salir a la calle hace mucho más frío que ayer. Esperamos que se vaya calentando un poco el ambiente durante el día.
Llegamos al coche a las 9:45 y nos encontramos con algunos carámbanos de hielo en él, y al arrancarlo nos indica que la temperatura son -7 ºC. Vamos preparados con botas y ropa térmica, pero aún así, el frío se nota mucho.
Nuestro primer destino es Eguisheim, a unos 7 km.
Eguisheim
Al llegar a Eguisheim, vemos que el pueblo no es muy grande y que hay varios coches haciendo cola para entrar a aparcar cerca del centro. Los parkings cercanos cuestan unos 4€ por día, o también tenemos la opción de aparcar en zona azul. Nosotros nos alejamos un poco, ya que tampoco nos importa pasear un poco por el pueblo y encontramos sitio gratuito en la Rue Pasteur, con esquina con la D14. Estamos a unos 600 metros, que tampoco es tanto.
Vamos caminando hacia el centro histórico. La entrada es gratuita.
Eguisheim se considera uno de los pueblos más bonitos de Francia. Llegó a ser elegido el pueblo favorito de los franceses el año 2013. Destaca por sus casitas de color típicas con madera entramada y muy bien conservadas. En primavera, el pueblo está muy decorado con flores, y en invierno es famoso por su mercado navideño.

El pueblo está distribuido en calles en forma de anillo desde el centro, alrededor de su castillo. Una ruta recomendada es ir caminando desde fuera hacia adentro, observando el encanto único de sus calles.
También forma parte de la Ruta del Vino de Alsacia, ya que está envuelto de viñas. En el caso de querer seguir esta ruta, en el pueblo hay varias bodegas familiares donde se pueden hacer degustaciones.
Paseamos por las calles en forma de anillo de Eguisheim, que parecen de cuento. En ellas hay mucha decoración navideña, y encontramos puestos donde venden vino caliente (vin chaud), así que aprovechamos para degustarlo. Es un sabor raro al que no estamos acostumbrados, pero nos ayuda a mantenernos calientes con el frío que está haciendo.
En el centro del pueblo se encuentra la plaza Saint-Leon, junto al castillo con el mismo nombre, que es uno de los lugares más fotografiables.
En esta plaza hay un mercado navideño con muchos puestecitos, y nos encontramos con una pequeña orquestra tocando canciones navideñas, que nos ayuda a entrar en ambiente.
Empezamos a tener bastante frío, ya que el clima no está mejorando, así que es buen momento para retirarnos al coche con nuestros asientos calefactables, y volver a entrar en calor para visitar Turckheim, el siguiente pueblo.
Turckheim
Nuestro nuevo destino está a unos 8 km de Eguisheim, suficiente tiempo para entrar en calor. Aparcamos en el Parking du Marché, que es gratuito y está muy cerca de la zona de interés. Aparcamos a las 12:15.
Turckheim es otro de los pueblos encantadores en nuestro recorrido. Es conocido por sus murallas y sus puertas históricas muy bien conservadas. Al igual que en Eguisheim, también destacan sus casas de madera con el típico entramado, y también forma parte de la Ruta del Vino.
Nuestra visita a este pueblo es bastante exprés, y vemos lo esencial.
Entramos por la Porte de France que es una de las tres entradas a la ciudad. Caminamos por la calle principal y nos damos una vuelta por el mercado navideño que hay dentro de la ciudad. Cerca de la entrada destaca el Hôtel des Deux Clefs que es un edificio emblemático renacentista y también la iglesia de Sainte-Anne, con su campanario románico.
Volvemos al coche y seguimos con nuestro recorrido.
Kaysersberg
Durante un recorrido de 10 km entre viñas, y más adelante entre colinas, llegamos al pueblo de Kaysersberg, uno de los más emblemáticos. Este pueblo no es muy grande, y hay mucha gente queriendo acceder a él, así que nos toca hacer un poco de cola, y buscar aparcamiento, que termina siendo complicado.
Terminamos aparcando por la Rue de la Flieh, de manera gratuita, a una distancia de 600 metros de la zona de interés. No nos podemos quejar ya que la cosa no estaba fácil. Además, llegamos sobre las 13:00 y más vale que busquemos un lugar para comer, porque quizás nos quedamos sin sitio o tenemos que terminar en una tourist trap.
Encontramos que el restaurante Bratschall Manala tiene buena nota, y al estar en la entrada, vamos a probar a comer allí. Nos toca hacer aproximadamente una hora de cola, pero por fin conseguimos entrar.
Comida: Bratschall Manala
Se trata de un restaurante de comida típica alsaciana. No es muy grande y tenemos que hacer bastante cola para entrar, pero al final lo conseguimos.
Aquí también compartiremos comida. Nos pedimos una Choucroute garnie artisanale aux 5 viandes, que es uno de los platos más típicos de Alsacia, que consiste en un plato de col fermentada cocinada lentamente, con varios tipos de carne y embutidos. También nos pedimos una Burger Montagnard, que viene a ser una hamburguesa con pan de Bretzel, ensalada y patatas fritas. Nos pedimos también dos copas de vino blanco alsaciano para acompañar.
La hamburguesa está realmente buena, pero la choucroute no es que nos encante. No es que esté mal, de hecho se aprecia la calidad del producto, pero quizás la col fermentada no es nuestro fuerte, y teníamos una cantidad exagerada que no nos hemos podido acabar. Además, si comparamos las salchichas con los frankfurts que tenemos en España, no tienen nada que ver, se nota que en Alsacia son caseras y están mucho mejor.
Como postre nos pedimos una tarta de queso, que podría ser de las mejores que hemos probado.
El precio es bastante correcto, aunque creemos que el vino en Alsacia, en general, está bastante caro.
Precio: 60 €
Después de comer ya podemos empezar a visitar Kaysersberg. Este es otro de los pintorescos pueblos que visitamos, con sus puentes cruzando el río Weiss, también con casas con entramado de madera, y calles empedradas. También forma parte de la Ruta del Vino.
Paseamos por la Rue du Général de Gaulle, que es una de las calles principales del pueblo, repleta de restaurantes y tiendas, y con muchísima decoración navideña por todos lados. La calle llega hasta la Église Sainte-Croix, y allí nos damos la vuelta.
También está la opción de subir hasta el Château du Schlossberg, un castillo desde el que se pueden observar buenas vistas hacia el pueblo, y al que se puede llegar a través de una cuesta. Nosotros no vamos, debido al frío que hace y a que ya está oscureciendo.



Volvemos al coche para poner rumbo hacia nuestro último destino. Encontramos algo de cola para salir de Kaysersberg, pero sobre todo, hay una cola larguísima en dirección contraria para entrar en el pueblo. Menos mal que no hemos llegado ahora.
Ribeauvillé
Llegamos a Ribeauvillé a las 17:45. Nos cuesta bastante encontrar aparcamiento, pero finalmente encontramos un sitio en una de las calles cercanas al centro.
Este es otro pueblo pintoresco que forma parte de la Ruta del Vino, envuelto de viñas y colinas, con tres castillos medievales en sus cimas. En las calles del centro histórico podemos ver de nuevo las casas de colores con entramado de madera.
Nosotros llegamos cuando ya es de noche, y la verdad es que ya no hay mucho ambiente por las calles. Sí que es verdad que hay mucha decoración y luces de navidad, pero nada que ver con Colmar.
Nuestro camino consiste en travesar la Grand Rue, que es la calle principal del pueblo, repleta de tiendas artesanas y pequeñas cafeterías. Avanzando por la calle encontramos la Tour des Bouchers, una torre defensiva del siglo XIII que originalmente separaba la parte alta de la parte baja del pueblo. En el siglo XVI se le añadió un reloj que sigue siendo uno de los símbolos de la ciudad. Su nombre proviene del gremio de carniceros que realizaba su actividad cerca de la torre.
La calle cruza por debajo de la torre, mediante un arco, y justo detrás encontramos una plaza donde se ubica el mercado navideño de Ribeauvillé.
La Grand Rue de Ribeauvillé és l’artèria principal del poble, un carrer llarg i animat que travessa el centre històric de cap a cap. Està flanquejada per cases d’entramat de fusta, botigues artesanes, caves de vi i petits cafès, i concentra bona part de la vida comercial i turística de la vila. Passejar-hi permet descobrir fonts renaixentistes, places acollidores i edificis emblemàtics mentre es gaudeix de l’ambient típic de l’Alsàcia.
En uno de los callejones escuchamos que están haciendo un concierto. Hace tanto frío que hay muy poca gente de público. Nosotros nos quedamos un rato pero no aguantamos mucho.

Va siendo hora de volver al coche y poner rumbo hacia Colmar. Es un viaje un poco tenso, ya que me pregunto cómo narices puedo entregarle el anillo a Lorena.
Colmar y anillo de compromiso
De algún modo le tengo que entregar el anillo a Lorena, y tiene que ser hoy, no hay otro momento.
Pasamos por el hotel, y de algún modo la intento convencer para ir a ver de nuevo las luces de la Rue des Marchands, ya que no tendremos otra oportunidad para verlas. Hace mucho frío y estamos cansados, no sé cómo consigo convencerla de ir a pasear sin rechistar. En ese momento, me meto el anillo en el bolsillo de mi abrigo, y ambos ponemos rumbo hacia el centro histórico.
El camino es muy tenso y silencioso, ya que estoy muy nervioso y no consigo soltar ni una palabra. Ella no sospecha, supongo que piensa que simplemente estoy cansado. En alguna ocasión me pide cambiar de mano, y no sé qué responderle realmente, porque con la otra mano estoy aguantando el anillo en el bolsillo.
Llegamos al lugar seleccionado a las 19:15, justo antes de llegar a la Grand Rue. La placita está preciosa, con todo iluminado de Navidad.
Llevamos un trípode para el móvil, y le propongo hacernos una foto de los dos, con las casitas de fondo. Estoy tan nervioso que el trípode se me cae varias veces. Con determinación cojo el botón a distancia y me pongo a su lado. Y ese es el momento, en el que me arrodillo para entregarle el anillo, que no se esperaba, para nada.
Ella cree que es una broma, y además yo estoy tan nervioso que le doy la caja cerrada, una caja que nos cuesta un buen rato abrir con los guantes. Finalmente, le entrego el anillo y nos besamos en esa plaza. Al darnos cuenta, hay un corrillo de gente alrededor aplaudiendo, que se ofrecen a hacernos fotos, qué vergüenza.
Volvemos de camino al hotel, yo siento mucho más alivio y Lorena no puede contener su felicidad. Con lo silencioso que había sido el camino para venir, y ahora a la vuelta ya estamos montando hasta el seating plan de la boda.
Desde el hotel llamamos a nuestras familias para contárselo, que tampoco pueden disimular su alegría. Nadie sabía que esto iba a pasar, sólo yo.
