Hoy es nuestro tercer día y último día en Alsacia, nuestro objetivo es alejarnos un poco de los pueblos y visitar Estrasburgo, la sede del Parlamento Europeo.

Antes de nada, bajamos al buffet del hotel a desayunar.

Desayuno: buffet en el hotel

El desayuno en el hotel es de tipo buffet. La comida es de tipo continental y hay una variedad aceptable, aunque tampoco está para echar cohetes. La sala para comer es pequeña y a veces hay que hacer cola para comer, porque no cabe la gente.

Camino a Estrasburgo

Habiendo desayunado, nos preparamos para hacer el check-out del hotel y lo abandonamos a las 10:00, rumbo directo a Estrasburgo, a unos 70 km de Colmar. Saliendo de la ciudad pasamos por la Estatua de la Libertad, que es una réplica más pequeña de la estatua de Nueva York en honor a su escultor Frédéric Auguste Bartholdi, que nació en Colmar.

Aparcar por el centro de Estrasburgo es imposible, ya que la mayoría de las calles son peatonales, pero por suerte, en los exteriores de esta ciudad hay varios parkings que se les conocen como Park & Ride (P+R), donde puedes aparcar y llegar al centro usando el tranvía. Nosotros aparcamos en el P+R Relais, que nos cuesta 4,50 € dejar el coche todo el día. Justo en ese parking está la estación de tranvía Elsau, y con la línea B podemos llegar hasta el centro.

Una de las curiosidades del tranvía es que el anuncio de cada estación tiene una sintonía diferente, y la voz que anuncia las paradas también proviene de diferentes personas con diferentes acentos, con el objetivo de reflejar la riqueza cultural de la ciudad.

También, una de las cosas que nos sorprenden más al ver Estrasburgo, es que al considerarse, a veces, como la capital de Europa, nos imaginábamos la típica capital con edificios altos. Pero no es así, gran parte de la ciudad conserva el encanto de los pueblos de Alsacia, con edificios bajos de madera entramada.

El tranvía nos deja en Homme de Fer, y aquí empezamos nuestra visita.

Estrasburgo

Empezamos por la plaza Homme de Fer, que destaca por su gran estructura metálica circular y por ser el cruce de diferentes líneas de tranvía. Es una de las zonas más transitadas de la ciudad.

Árbol de Navidad de la Plaza Kléber
Árbol de Navidad de la Plaza Kléber

Desde allí, nos vamos caminando hasta la Plaza Kléber. Esta plaza es la más importante de estrasburgo y es muy grande y espaciosa, envuelta de edificios elegantes. Aquí se suelen montar los mercados de la ciudad y otros actos culturales, y como no, en este caso, encontramos el mercado navideño, distribuido en distintas calles, con infinidad de paradas de comida, vino caliente y productos navideños. Allí también encontramos un enorme árbol de Navidad, con una pequeña orquestra tocando a su lado.

Seguimos caminando por la Rue des Grandes Arcades, que es una amplia calle comercial de las más conocidas de la ciudad, con tiendas de marcas conocidas en ambos lados, hasta llegar a la Place Gutenberg, donde se encuentra la estatua de Johannes Gutenberg, inventor de la imprenta moderna de tipos móviles, que vivió en Estrasburgo.

Desde allí, a través de la Rue Mercière llegamos a la imponente Cathédrale Notre-Dame de Strasbourg. Consiste en uno de los monumentos góticos más impresionantes de europa y es el icono de la ciudad. Se construyó entre los siglos XII y XV. Durante siglos fue el edificio más alto del mundo, y en su interior se encuentra un reloj astronómico del siglo XVI.

Catedral de Estrasburgo
Catedral de Estrasburgo

Alrededor de la catedral vemos muchas paraditas que también forman parte del mercado navideño.

En la misma plaza encontramos la Maison Kammerzell, que es una de las casas medievales más bien conservadas de la ciudad y que destaca por sus entramados de madera, sus tallas decorativas y sus ventanas renacentistas.

Seguimos callejeando hasta llegar al río Ill, y damos un paseo por su orilla hasta llegar a La Petite France.

La Petite France es un barrio muy pintoresco que se caracteriza por sus casas de entramado de madera situado entre los canales del río Ill. Sus calles empredradas conservan un ambiente medieval. Antiguamente había molinos, curtidurías y pescadores, cosa que le da un carácter artesano y popular. Hoy en día es un lugar muy acogedor, famoso por su belleza fotográfica.

En el mismo barrio se encuentran los puentes cubiertos (Ponts Couverts), que consisten en cuatro puentes que forman parte de la fortificación medieval de la ciudad y están coronados por varias torres defensivas. Hoy en día los puentes ya no están cubiertos, pero siguen conservando su nombre.

También, justo al lado tenemos la Presa Vauban, que es otra de las estructuras defensivas de la ciudad. Se diseño para poder inundar las zonas a su alrededor para proteger la ciudad de las posibles invasiones.

La Petite France desde la Presa Vauban
La Petite France desde la Presa Vauban

Volvemos al centro de la ciudad a buscar un restaurante, y nos encontramos con Restaurant Le Tonneau.

Comida: Le Tonneau

Se trata de un pequeño restaurante en una de las calles del centro. Es uno de los mejores valorados en Google Maps, así que venimos con expectativas. Nosotros llegamos pronto, pero se llena rápido.

Pedimos para compartir un Spaëtzle au Saumon (14,90), un plato de pasta alsaciana con salmón en salsa de nata, un plato pequeño de Foie Gras (9), y una tarte flambeé (8).

La comida está muy rica en general, y el precio muy correcto, por estar en un lugar tan turístico.

Precio: 31,90 €


Al salir del restaurante, volvemos a la parada de tranvía Homme de Fer y esperamos la línea B que nos lleva de vuelta a Elsau y a nuestro coche.

Vuelta a casa

Estrasburgo estaba en dirección opuesta al aeropuerto, así que ahora tenemos el doble de camino de vuelta.

Al acercarnos al aeropuerto nos cuesta mucho encontrar la entrada al parking de alquiler de coches, ya que el GPS nos indica todo el rato por un camino que está vallado. La solución es cruzar la frontera ignorando las señales del aeropuerto como si fuésemos a entrar en Basilea, y desde allí, ya sí que podemos seguir las señales.

Nuestro vuelo sale puntual, y volvemos con una nueva experiencia.

En conclusión, podemos decir que ha sido un fin de semana largo muy bien aprovechado en el que hemos podido disfrutar de los mercados navideños que hacía tanto tiempo que deseábamos ver, y hemos podido presenciar el encanto que tienen los pueblos alsacianos. Además, nos llevamos una boda pendiente de este viaje. No podían haber sido unos días más completos.