Nos levantamos en nuestra impresionante habitación de Hello Kitty en el Resi Stay the Kyoto, y desayunamos en la misma habitación. El plan de hoy será visitar las zonas más turísticas de Kyoto, como Fushimi-Inari, el templo Kiyomizu-dera, las calles de Ninenzaka y Sannenzaka y el barrio de Gion.
Desayuno: en la habitación
Ayer aprovechamos para comprar algunas galletas y algún café para comer en la habitación, cuando fuimos al FamilyMart.
Las galletas están bien, pero como café, compramos un café con leche de lata (la primera vez en mi vida que lo veo así), que resultó estar bastante malo.
Empezamos el día caminando hasta la estación de Kyoto, donde tomaremos la Nara Line hasta Inari Station. El trayecto es corto, solo 2 paradas. El tiempo amenaza con llover en cualquier momento, pero finalmente, solo vamos a tener un día nublado.
Solamente salir de la estación, ya estamos en Fushimi-Inari. Se trata de uno de los santuarios sintoístas más importantes de Japón (y uno de los lugares más turísticos de Kyoto). Destaca por los miles de toris rojos que forman caminos serpentinos hasta llegar a la cima del Monte Inari. Se fundó en el siglo VIII y los visitantes pueden recorrer sus senderos disfrutando de la naturaleza y descubriendo diferentes santuarios y estatuas de Inari (estatuas con forma de zorro).
El camino, en total, hace 4 km de largada. Todo el camino está empedrado y algunos tramos tienen escaleras. La mayor parte del camino está cubierta por los miles de toris rojos.
Contra recomendación de toda guía, que dice que madruguemos muchísimo para ver el santuario, nos presentamos allí a las 9:45. Sí que es verdad, que los primeros tramos del sendero, están masificados de gente, y por algunos sitios cuesta hasta avanzar. Pero también es verdad que la mayoría de gente se queda abajo, y según vas subiendo al Monte Inari, cada vez te vas quedando más solo.
Nuestro plan inicial era hacer solo un pequeño tramo, para ver el santuario, pero el sendero nos gustó muchísimo, y como íbamos viendo que cada vez había menos gente, decidimos llegar hasta el final del camino.
A mitad de camino hay un mirador desde donde hay vistas panorámicas de la ciudad de Kyoto.
A la cima se accede por un camino circular. Puedes subir por un lado de la montaña y bajar por el otro. En la cima hay un pequeño santuario con diversas estatuas, pero hay árboles y no hay vistas hacia la ciudad de Kyoto. Eso sí, es un tramo que vale muchísimo la pena. Sea la hora que sea, hay muy poca gente y te puedes hacer las fotos que quieras tranquilamente. Por el camino, hay puestecitos que venden bebidas y helados, en caso de necesidad.



Nuestro próximo destino es el barrio de Gion. Hay una línea de tren (Keihan Main Line) que lleva directamente, pero no está incluída en el JRPass.
Llegando a Gion, se acerca la hora de comer, así que aprovechamos para buscar algún restaurante. Terminamos en un restaurante local muy pequeñito.
Comida: 京・祇園彦八
Pequeño restaurante local por la zona de Gion, un poco apartado de la zona turística. El restaurante consiste en una barra y un par de mesas más, donde inicialmente estaremos solos. Nos pediremos un pack de nigiris de una selección de diferentes pescados, y una anguila a la parrilla con arroz.
La verdad, es que escoger este restaurante ha sido lo más aleatorio y hemos acertado de pleno, ya que la comida en general estaba muy buena.
Precio total: 3.000 yenes (unos 17€ aproximadamente)
Al salir del restaurante, no nos iremos muy lejos, ya que hemos querido hacer un poco el guiri y alquilar, justo al lado, un par de kimonos, y una sesión de peluquería, con los que nos pasearemos por las zonas más turísticas de Kyoto.
Así vestidos, nos vamos caminando por las calles de Ninenzaka y Sannenzaka. Estas famosas calles, conectan con el templo Kiyomizudera. Se caracterizan por sus pendientes estrechas y empedradas, rodeadas de casas de madera tradicionales de Kyoto, con tiendas de artesanía y restaurantes que conservan el encanto del Japón antiguo. Desde ellos, podemos ver la famosa Pagoda Yasaka. Hemos de decir, que cuesta muchísimo caminar por estas cuestas con las sandalias y con el kimono.

Después de subir la cuesta y varias escaleras, llegamos, por fin, a Kiyomizudera.
Este es uno de los templos budistas más emblemáticos de Kyoto, y se fundó en el siglo VIII. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Su nombre significa «Templo del Agua Pura», haciendo referencia a la cascada de Otowa que nace en la montaña donde se erige. Destaca por su gran terraza de madera, suspendida por una estructura de pilares, que ofrece vistas espectaculares de la ciudad.
El agua de la cascada de Otowa se divide en tres canales. Los visitantes la pueden recoger con unos cazos con un mango largo para beber de ella. Según la tradición, cada corriente significa un deseo (salud, longevidad y éxito académico, en ese orden). Si bebes de un solo canal, se asocia con que eres un afortunado, pero si bebes de todo, se te considerará poco respetuoso o avaricioso. Hay una pequeña cola para hacer este ritual, pero nosotros lo hacemos.



La verdad es que es una faena visitar estos sitios con el kimono, así que, saliendo del templo, volveremos al local de alquiler, y los devolveremos. Es un gustazo poder volver a caminar con nuestros zapatos, y poder volver a visitar estas calles.

Nuestro siguiente destino es ir en bus hasta Tetsugaku no michi (el paseo del filósofo). El bus nos lleva hasta una zona residencial local, con muy poco turismo, y hacemos un agradable paseo por este caminito, mientras va anocheciendo. La única pega, es que vinimos aquí ya que es un lugar característico por la cantidad de gatos que hay en él, pero bajo nuestra experiencia, y como su propio nombre indica, no hay michis.
Pero bueno, ha valido la pena venir a dar un paseíto relajante lejos de tanta masificación turística.
Volveremos a coger el bus de vuelta a Gion.
Ahora ya, nos queda pasear por las calles más céntricas de Gion. Empezamos por la calle Hanami-koji, que es la famosa calle donde se pueden ver geishas. En nuestro caso, no vemos ninguna. Cabe destacar que la masificación turística está afectando últimamente mucho a estas tradiciones, y que las geishas ya no se suelen dejar ver, ya que algunos turistas les acribillan a fotos. Por ese motivo, algunos de los callejones más emblemáticos, ahora están cerrados al turismo bajo sanción.
Otra de las calles que vamos a ver, es la calle Shirakawa, que es posiblemente la calle considerada más bonita de todo Asia. Hemos de decir, que la calle es preciosa, pero nos quedamos con el gusanillo de poder verla de día, ya que tiene que ser mucho más impresionante.

Después de pasear por estas calles, ya va siendo hora de cenar. Nuestra idea principal era probar algo de carne de Kobe por la zona, o unos yakitoris, pero sobre las 19:00 la mayoría de restaurantes ya no aceptaban a nadie, o eran demasiado caros.
Quizás nos matáis, pero terminamos en un restaurante de cocina francesa, en el que agradecimos poder tomarnos un vinito y algo de comida mediterránea, después de tantos platos asiáticos.
Cena: French Gion
Dejando un poco de lado la comida asiática, nos acercamos a cenar a este restaurante de cocina francesa, y así valoramos cómo hacen los japoneses la comida mediterránea.
Nos pedimos un surtido de aperitivos y un plato de beef steak, y para acompañar, dos copas de vino blanco, que ya lo empezamos a echar de menos.
Como valoración, la comida está rica, pero en cierto punto, se nota que en Japón no tienen la misma materia prima que tenemos aquí, y termina siendo una mezcla entre comida japonesa y comida mediterranea.
El precio, contando que también hay vino, ha sido un poco más elevado que de costumbre.
Después de cenar, cogeremos el bus hacia nuestro hotel, a pasar la última noche en la habitación de Hello Kitty.