Despertamos en el Resi Stay The Kyoto, donde ya habíamos pasado varias noches. Desayunamos algo rápido en la habitación. También nos prepararemos las maletas, ya que hoy las enviaremos de vuelta a Tokyo, y nos volveremos a quedar con nuestras mochilas durante los próximos días.

Nuestro plan para hoy será visitar la ciudad de Himeji, incluyendo su majestuoso castillo.

Desayuno: en la habitación

Volvemos a desayunar algunos snacks que compramos ayer en el konbini.

Antes de ir a la estación de Kyoto, nos dirigimos a la estación de Yamato Transport que hay a unas calles desde nuestro hotel. Aunque mañana también estaremos en el mismo hotel, decidimos que es mejor ir hoy, ya que el viaje a mañana será hacia Hiroshima y nos tenemos que levantar más temprano.

El motivo para ir directamente a la oficina de Yamato Transport es, porque tanto en el hotel como en el 7-Eleven cercano, nos ponían un horario demasiado cerrado para poder rellenar los formularios de Takkyubin, además de que nos decían que las maletas tardarían 4 días en volver a Kyoto. La verdad, es que venir directamente a la oficina, ha sido una lección para futuros viajes. El trámite es muchísimo más fácil que hacerlo por el formulario escrito que habíamos hecho hasta ahora en los hoteles. En la oficina de Yamato Transport te dan un link con un formulario, donde indicas la dirección del hotel donde quieres que te entreguen las maletas y el día que quieres que lo hagan. Luego se genera un QR, y presentando ese QR en la oficina, ya no tienes que hacer nada más. Cuando lo hicimos en el hotel, el proceso fue mucho más tedioso, ya que era una persona la que tenía que rellenar un papel a mano. Además, en este caso, en 48 horas ya nos permitían tener las maletas en Tokyo.

Con las maletas ya enviadas a nuestro último hotel, nos vamos a la estación de Kyoto. Allí cogeremos la línea de shinkansen Tokaido. El viaje hasta Himeji dura aproximadamente una hora.

En el caso de tener el Japan Rail Pass, hay que tener mucho cuidado de no subirse a un tren del tipo Nozomi. Estos trenes no están incluidos en el pase. De hecho, durante el día hay muy pocos trenes que vayan directos desde Kyoto hasta Himeji y no sean Nozomi. En nuestro caso tendremos que coger un shinkansen para una parada hasta Osaka (tren Hikari), y luego cambiar a otro shinkansen hasta Himeji (tren Sakura o Kodama), haciendo dos reservas en Kyoto. El transbordo no es para nada complicado, ya que es solo cambiarse de andén, pero hay que tenerlo en cuenta.

Tapa de alcantarilla con el castillo de Himeji

Sobre las 10:30 llegamos a la ciudad de Himeji. El castillo está a 1,5 km de la estación, pero se puede llegar haciendo un agradable paseo por la calle Otemae. Esta es la calle principal de la ciudad, en la que se pueden encontrar tiendas y restaurantes, y en todo momento, visualizar el castillo de Himeji al fondo. También encontramos varias alcantarillas con el castillo de Himeji dibujado. Lo de las alcantarillas es algo muy típico en Japón, ya que en cada ciudad tienen sus peculiares diseños.

Al llegar al recinto del castillo, nos damos cuenta que gran parte del recinto (concretamente la plaza Sannomaru), está cerrado. Hay un escenario preparado en el que se va a dar un concierto por la tarde. Debe de ser importante, ya que a la hora a la que llegamos ya hay gente local haciendo cola para entrar.

El cierre nos obliga a dar una larga vuelta para llegar hasta la entrada del castillo, pero finalmente lo conseguimos. La entrada cuesta unos 1000 yenes.

El castillo de Himeji es uno de los castillos más famosos y bien conservados de Japón. A diferencia del castillo de Osaka, cuyo interior nos decepcionó, el castillo de Himeji conserva el interior tal y como era. El castillo se construyó inicialmente en el siglo XIV y fue ampliado en el siglo XVII. La torre principal consiste en un edificio de cinco plantas y varias torres secundarias, con murallas y un sistema de pasillos y puertas diseñadas para confundir a posibles atacantes.

Debe de ser esa la razón por la que el castillo ha sobrevivido intacto a guerras, terremotos y bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, cosa que lo convierte en uno de los pocos castillos originales de Japón. En 1993 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Saliendo del castillo, nuestra siguiente parada es el Jardín Koko-en, en el mismo recinto.

La entrada a los jardines cuesta unos 300 yenes. Consisten en un complejo de jardines tradicionales japoneses que fue inaugurado en 1992, donde antiguamente había las residencias de los samurais que servían en el castillo.

El recinto está formado por 9 jardines, cada uno con sus peculiaridades y sus diferentes tipos de vegetación, incluyendo bambúes, pinos, flores. El jardín más grande tiene un estanque con puentes, carpas, y algunas cascadas. También hay un restaurante y una sala donde puedes disfrutar de una ceremonia del te.

La verdad es que los jardines son impresionantes y no están realmente masificados de gente, así que se puede hacer una visita tranquila.

Estanque del Jardín Koko-en

Se acerca la hora de comer, y no sabemos donde ir y ya estamos un poco fuera de horario. Nos arriesgamos a comer en el restaurante de los jardines, algo que al principio nos da un poco de respeto, acostumbrados a que en España, cualquier restaurante en cualquier atracción turística, con vistas bonitas, suele ser malo y caro.

Nos dan un ticket, ya que hay una espera de unos 45 minutos, en la que nos indican que podemos ir a dar una vuelta por los jardines, mientras podemos ir mirando en la web del restaurante cuantas personas hay en cola por delante.

Al pasar el tiempo, conseguimos comer en el restaurante y nos sorprendemos, ya que la comida está realmente buena y el precio es del todo normal.

Comida: Kassui-ken (Jardín Koko-en)

El restaurante ofrece diferentes sets de menú de comida japonesa, publicados en una carta en la entrada. En nuestro caso, tenemos una espera de 45 minutos en los que podemos visitar los jardines tranquilamente.

Pedimos un menú de carne al grill, que nos entregan con un fogoncito y varios acompañamientos típicos de un menú japonés (arroz, sopa…). También pedimos un menú de anguila al grill, un plato típico japonés, que también viene con sus acompañamientos.

Debo decir que la carne estaba muy tierna, y la anguila de las mejores de este estilo que comimos en Japón. Aunque el restaurante ha sido arriesgado, ha terminado siendo una buena opción.

El precio no está mal, por la calidad y cantidad de comida que nos han dado.

Además, hemos disfrutado de unas bonitas vistas al estanque del jardín.

Precio total: 5.380 yenes (unos 31€ aproximadamente)

Saliendo del restaurante ya no nos queda mucho más para ver en Himeji. Volvemos de camino a la estación, pero esta vez, en vez de hacerlo por la calle principal, volvemos por la Miyuki dori (la calle paralela). Esta calle es una de las típicas calles comerciales típicas que ya hemos visto en otras ciudades de Japón. La típica calle peatonal cubierta y con tiendas en ambos lados.

Por esa calle vemos un Bon Marche, un supermercado local. Hasta ahora solo habíamos entrado en konbinis, que son pequeños supermercados de conveniencia, pero nunca a un supermercado donde cualquier persona japonesa haría la compra. Entramos para cotillear un poco, ya que nos da curiosidad ver cómo se hace una compra en Japón. En realidad, no difiere mucho de cualquier supermercado que podríamos encontrar en España y los productos están más o menos a la par. No hay tanta comida preparada ni tantas golosinas como veríamos en un konbini o en un Don Quijote. Lo que sí que nos llama la atención es que tanto la carne como el pescado, la venden ya cortada, de una manera muy diferente, ya preparada para hacer platos japoneses. También nos llama la atención encontrar a la venta botellas de vino de Rioja, cava Codorniu y una bolsa de nachos fabricada en Berga.

Allí aprovechamos para comprar algo de fruta, que hace días que no comemos, y algo para cenar en el hotel.

Llegamos a la estación y vamos de vuelta en shinkansen a Osaka, y hacemos transbordo hacia Kyoto, como cuando vinimos.

Al llegar al hotel, todavía es temprano, y nos da por salir a pasear un poco por la zona, para volver a ver cómo son las calles de Kyoto. Vamos caminando sin rumbo hacia el este, hasta llegar al puente Gojo y cruzamos el río Kamo. Estamos animados, y ya que hemos llegado hasta allí y que estamos cerca del barrio de Gion, seguimos caminando hacia allí, por el paseo que bordea el río. Allí nos hacemos un heladito, y volvemos en bus al hotel.

Nos vamos a dormir, que mañana hay que madrugar para ir a Hiroshima.