Hoy aprovecharemos uno de los pocos sábados otoñales que nos quedan este año para hacer una pequeña escapada cerca de casa.
Nuestro plan es hacer una visita ràpida por algunos lugares del Berguedà.
Empezamos poniendo rumbo hacia La Pobla de Lillet, en pleno Prepirineo catalán. Una vez llegamos a este bonito pueblo, seguimos las señales hacia «Jardins Artigas», hasta llegar a una pequeña calle que comparte espacio con un riel de tren. Allí aparcamos, y caminamos unos 700 metros hasta llegar a los jardines.
Jardins Artigas

En la misma entrada hay una pequeña estación de tren. Pertenece al recorrido que hace el Tren del Ciment, un pequeño tren que conecta La Pobla de Lillet con los jardines, que originalmente se usaba para transportar cemento entre las fábricas locales y Guardiola de Berguedà, y que actualmente tiene un uso plenamente turístico.
En nuestro caso, venimos fuera de temporada, así que el tren no está en funcionamiento, pero tal y como hemos indicado, podemos llegar hasta los Jardins Artigas caminando.
La entrada al recinto vale 5€ por persona.
Este lugar nos va a recordar al Parc Güell de Barcelona, pudiéndolo disfrutar sin la masificación turística de esta ciudad. Nos recuerda al Parc Güell, porque fue diseñado del mismo modo por Antoni Gaudí entre los años 1903 y 1905. Los diseños se hicieron como obsequio a la familia Artigas, con la que se alojó Gaudí mientras trabajaba en proyectos industriales por la zona dedicados a la minería y al cemento.
Los jardines están situados a la orilla del río Llobregat, muy cerca de su nacimiento. Muestran elementos como puentes de piedra, canales, barandillas y estructuras simbólicas que nos recuerdan a cualquier obra de Gaudí. Todo el conjunto se encuentra en medio del bosque, dándole un aspecto natural.



Un poco más arriba, tanto por carretera como siguiendo el tren, podemos visitar el Museu del Ciment, que se situa en la antigua fábrica Asland. Actualmente es un espacio dedicado a explicar la historia de la producción de cemento pionera de la zona del Berguedà. Todavía conserva parte de las instalaciones y de su maquinaria.
La entrada al museo vale 6€ por persona.
La Pobla de Lillet
Al finalizar la visita nos vamos a comer a La Pobla de Lillet. El pueblo es pequeñito, pero tiene algunos restaurantes para elegir. Nosotros elegimos comer en una cansaladería.
Comida: Cansaladeria Bar Falgàs
Este establecimiento es una carnicería y tienda de embutidos locales que dispone de algunas mesas para degustar sus productos. El local es pequeño y accedemos sin reserva, pero la mayoría de las mesas están llenas de gente tomando algún aperitivo.
La carta no es muy extensa, pero además de sus productos locales, ofrece varios platos de lo que se conoce como «esmorzars de forquilla», que consisten en almuerzos típicos catalanes que suelen ser contundentes.
En nuestro caso nos pedimos una tabla de embutidos locales (que contiene fuet, bull, botifarra negra y chorizo), una tabla de quesos, unos morros y un pincho de tortilla de patatas.
La comida es muy casera y está muy rica. Nos quedamos con ganas de probar más cosas, pero no nos da para más. Podemos decir que hemos comido muy bien, en un sitio muy local.
Precio: 49€


Al salir del restaurante nos damos un paseo por La Pobla de Lillet. Observamos el Pont Vell, que es un puente medieval del siglo XIV que cruza el río Llobregat, y caminamos por algunos de los callejones estrechos del pueblo, observando su encanto.

Berga: Festa de la Ratafia
Para finalizar el día, de camino hacia casa, hacemos una parada en Berga, donde hoy se celebra la Festa de la Ratafia i la Xocolata.
Consiste en una pequeña feria por una de las calles de esta ciudad, en la que vemos varios puestos para degustar diferentes ratafias artesanas, y chocolates, entre otros productos locales.
La ratafia es un licor tradicional catalán, elaborado a partir de la maceración de diferentes frutas y hierbas, infusionadas en aguardiente y azúcar, dando como resultado un licor dulce, marrón y aromático.
Hacemos algunas compras y nos volvemos para casa.

Hoy podemos decir que ha sido un día interesante y tranquilo, teniendo la oportunidad de visitar sitios que son realmente bonitos y que, por suerte, no están muy masificados turísticamente.