Contra todo pronóstico, nos despertamos temprano. Parece ser que el jetlag apenas nos ha afectado. Será por la ilusión que nos hace estar allí.

Antes de empezar, desayunamos en el hotel, ya que tenemos el desayuno incluido.

En nuestro caso preferimos incluir desayuno en todos los hoteles dónde nos alojamos. En Japón no hay pastelerías ni cafeterías tal y como las conocemos en España. Aún así, como alternativa, siempre se podría ir a desayunar a cualquier combini.

Desayuno: Sotetsu Fresa Inn Kanda Otemachi

El desayuno en el hotel es muy sencillo y tiene lo típico japonés: arroz al vapor, sopa de miso, fideos al estilo yakisoba, un poco de ensalada y una sección de cafetería para hacer cafés.

Posiblemente, fuera el desayuno más básico que encontramos en todo el viaje, pero fue aceptable.

Mientras estamos desayunando, nos fijamos que por la calle van pasando personas. Nos sorprende que todas vestidas de igual manera. Van de camino al trabajo. En Japón es normal que todo el mundo lleve el mismo look al trabajo, ya que ir diferente, se puede considerar como si fueras en contra de tu equipo.

Una vez hemos desayunado, nos disponemos a iniciar nuestra aventura. Nuestro primer destino será Shibuya, y para ello, tendremos que coger el metro.

Se puede llegar también con líneas de JR, pero en nuestro caso, al haber comprado un JR Pass de 14 días, todavía no lo teníamos activado para pasar nuestros primeros días en Tokyo, así que nos daba igual.

Vamos caminando hasta la estación de Kanda, cerca del hotel.

Este es el momento de obtener nuestras tarjetas Suica. Estamos algo asustados, ya que habíamos leído en varias guías que esta tarjeta era difícil de obtener si no la comprabas en el aeropuerto, pero eso es totalmente falso, ya que en todas las estaciones de metro hay una maquina donde puedes sacar la Suica y recargarla cuando la necesites.

¿Qué es la tarjeta Suica?

La tarjeta Suica es una tarjeta prepago que se usa principalmente en el transporte público. Aunque el metro y los buses són el lugar más común para usarla, también se puede usar en muchos otros lugares, como en máquinas expendedoras de comida o bebida, en combinis, o hasta en las máquinas de videojuegos en los locales de ocio.

Se puede usar en cualquier lugar donde veamos el símbolo «IC«, de manera inalámbrica.

Eso sí, hay que tener en cuenta que el primer uso tiene que ser dentro de la ciudad de Tokyo. Si en su lugar empezamos nuestro viaje en Osaka, tendremos que comprar una tarjeta Icoca.

Tener también en cuenta que esta tarjeta sólo se puede recargar en efectivo, en la mayoría de lugares.

Esta tarjeta cuesta un mínimo de 1000 yenes, de los cuales, tienes que dejar 500 yenes de depósito, que podrás recuperar el último día de tu viaje si la devuelves a una oficina de JR East.

Con la tarjeta Suica comprada y cargada, bajamos al andén, a coger la Ginza Line en dirección a Shibuya.

Este es nuestro primer contacto con el metro. Nos llama mucho la atención que cada estación por la que pasamos tenga su propia melodía. Esto es algo que encontraremos por todo el país. También, nos sorprende el silencio que hay dentro del metro aunque sea hora punta.

Shibuya

Llegamos a Shibuya y lo primero que hacemos es visitar el Shibuya Scramble Crossing. Este paso de cebra en forma de cruz es, posiblemente, el más famoso del mundo. Por él, en horas punta, pueden llegar a pasar hasta 3000 personas cada vez que se pone el semáforo en verde. Se calcula que lo cruzan 2,4 millones de personas cada día.

No estamos mucho tiempo, ya que son las 11 de la mañana y justo tenemos hecha una reserva para subir al Shibuya Sky. Hicimos la reserva con antelación para asegurarnos poder subir, ya que hay días que puede ser imposible, sin planificarlo previamente.

Desde la azotea del Shibuya Sky, podemos ver la ciudad de Tokyo con sus edificios más emblemáticos. También tenemos vistas al paso de cebra que hemos comentado antes, y es un espectáculo ver cómo cruzan tantas personas cada vez que se pone el semáforo en verde.

En la azotea del Shibuya Sky

Después de echarnos unas fotos, volvemos a bajar a pie de calle a ver la estatua de Hachiko, el perro de raza Akita que esperó a su dueño en la misma estación durante nueve años tras su fallecimiento. Aquí, nos sorprendemos, porque hay una larga cola para hacerse una foto con la estatua, pero a diferencia de otros viajes, la cola sigue un orden perfecto y respetuoso, y nadie se pone por el medio a sacarse una foto.

Estatua de Hachiko

Ahora que ya no tenemos prisa, aprovechamos para hacernos algunas fotos y videos más cruzando el paso de cebra de Shibuya. Aprovechamos para subir al Starbucks que hay al lado, ya que varias guías recomendaban subir allí para contemplar el paso de cebra. Aunque, tenemos que decir, que habiendo subido al Shibuya Sky, lo del Starbucks no valía tanto la pena, ya que está en un primer piso.

Nuestro siguiente destino es ir al edificio Shibuya 109, también al lado del paso de cebra. Este centro comercial, sin embargo, no nos sorprende, ya que es lo más parecido a un Corte Inglés. Lo abandonamos, y entramos al famoso Don Quijote de Shibuya. Este centro comercial sí que nos sorprende: varias plantas de snacks y comida japonesa, cosméticos, y muchas frikadas varias. Allí, hasta las estanterías te hablan, y no vas a salir sin que se te pegue la famosa canción. Nos pasamos un buen rato explorando, pero nos prohibimos comprar nada, por el momento, que no queremos ir cargados todo el día. Ya habrá tiempo. Bueno, unos Pocky’s para el camino, vale.

Desde allí, damos un paseo por las espectaculares calles de Shibuya, aunque debo decir, que estoy seguro que el ambiente nocturno debe de ser mucho mejor.

Aprovechamos también para visitar el Pokémon Center de Shibuya, junto con la tienda de Nintendo.

Harajuku

Vamos hacia nuestro segundo objetivo del día: el barrio de Harajuku.

Desde Shibuya, vamos caminando por la Aoyama-dori, hasta llegar a la estación de Omote-Sando. Desde allí, paseamos por la avenida Omote-Sando, que es una avenida comercial que nos recuerda al Passeig de Gràcia de Barcelona. Por la zona, estará nuestro restaurante para comer.

Comida: Harajuku Gyozaro

Restaurante de gyozas tradicional en una de las calles de Harajuku. Está preparado para comer rápidamente en la barra. Es impresionante la cantidad de gyozas que se preparan a la vez.

Decidimos hacer un plato de gyozas para compartir, un platillo de pepino con salsa de miso y dos «side menu» de arroz y caldo de pollo. Las gyozas nos gustan tanto, que repetimos.

Precio total: 1560 yenes.

Nuestro primer menú en Japón

Nos sorprende haber comido por, aproximadamente, unos 4,50€ por persona, pero veremos que esto es habitual en Japón.

Seguimos nuestro camino por la famosa Takeshita-dori, una calle peatonal repleta de tiendas de moda kawaii. Aquí, hacemos una parada al Mipig Cafe, donde podemos pasar un rato con unos cerditos muy cariñosos.

Santuario Meiji

Seguimos hasta el final de la calle, donde podemos entrar al Jardín Imperial Meiji Jingu, en el que encontramos el Santuario Meiji. Son las 17:30 de la tarde, así que lo tenemos que ver rápido, ya que el recinto cierra a las 18:00. Aquí es donde veremos el primer tori en nuestro viaje.

Empieza a anochecer, pero todavía nos queda por ver el parque Yoyogi, justo al lado, así que aprovechamos para hacer una visita rápida. Salimos decepcionados, ya que toda la zona del lago está cerrada por obras y no se ve nada. Otra vez será…

Ahora que ya está oscuro, es hora de ir hacia Shinjuku, así que iremos a la estación de Yoyogi-Hachiman, que es la más cercana y la Odakyu Line nos lleva directos a nuestro destino.

Shinjuku

Al llegar a la estación de Shinjuku, descubrimos que esta va a ser la estación más caótica y complicada de nuestro viaje. Todo son pasillos y pasillos con miles de personas atravesándolos sin parar, y, a diferencia de otras estaciones que visitaremos más adelante, está muy mal indicada. De hecho, hasta Google Maps se pierde dentro de ella.

Nuestra intención es ir a ver la famosa pantalla del gatito, pero Google Maps nos indica una «West Exit» que no existe.

Le preguntamos a la primera chica que pasa, cómo podemos llegar. En este punto, descubrimos la hospitalidad de los japoneses, ya que la chica insistió en acompañarnos aunque nosotros solo le pidiéramos indicaciones. Llegó a decirnos que ese era el camino que ella debía tomar, y que la siguiéramos. Cuando llegamos a nuestro objetivo, nos supo muy mal, ya que descubrimos que volvió por donde habíamos venido, y que atravesó toda la estación solo para ser solidaria con nosotros.

Por fin podemos contemplar la famosa pantalla del gatito, entre todos los edificios con pantallas luminosas por todos los lados. Estábamos en Kabukicho.

Pantalla en Kabukicho

En esta zona, podemos ver las iluminadas calles repletas de restaurantes y locales de videojuegos. Nos sorprende que hay edificios de 6 plantas llenos de máquinas de arcade. Aprovechamos también por intentar sacar algún peluche de los ganchos (sin éxito), y algún Gashapon (bolita con un juguete dentro). También visitamos algún local de máquinas Pachinko, donde nos sorprendemos de la adicción que tienen los japoneses con esta clase de máquinas tragaperras.

Ya, cansados de tanto caminar por hoy, volvemos a la estación para volver a nuestro hotel. La estación también es complicada para la vuelta, pero conseguimos encontrar la línea de JR Chuo Line, que nos lleva directos.

Como hemos comentado, estamos alojados por la zona de Kanda, que es una zona de ocio. Aprovechamos para cenar un ramen por allí, ya que tenemos ganas de probarlo, antes de subir a nuestra habitación.

Cena: Ramen por las calles de Kanda

No puedo poner el lugar exacto porque no está registrado en Google Maps, pero está en la calle Ekinishiguchi, muy cerca del hotel. Por la zona hay muchos locales parecidos. La verdad es que el sitio era bastante cutre pero el ramen valía la pena. Aún así, no es el mejor que probamos por la zona, lo veremos más adelante.

Precio: 1100 yenes por persona

Y después de cenar, nos vamos a dormir, que mañana nos espera otro día intenso.